Colección: La Educación
Número: (132-133) I,II
Año: 1999
La evaluación del proyecto como instrumento de ajuste permanente
Por ser ésta una primera experiencia en la actualización de docentes, que
incluye por sus características, una transferencia desde los claustros universitarios
hacia otros niveles de enseñanza oficial de la capacitación específica en
el área de la Química y sus connotaciones pedagógicas, creemos imprescindible
contar con un proyecto de evaluación que se desarrolle en forma concertada
con el dictado del curso. En nuestro caso, será un proyecto de autoevaluación,
ya que algunos de los responsables del curso llevarán a cabo las distintas
instancias evaluativas.
Dadas estas características intrínsecas de nuestra propuesta, pusimos un marcado
y cuidadoso interés en contar con indicadores que garanticen la validez interna
de la misma: triangulación de métodos y examen cruzado de estos para paliar
las limitaciones propias de cada uno de ellos, triangulación de personas y
distanciamiento periódico de los evaluadores para tomar una cierta perspectiva
del proceso, establecimiento de pistas de reflexión que permitan conocer y
valorar las limitaciones de los métodos y las formas en que se han obtenido
los datos, una plena justificación de los cambios metodológicos que pudiesen
derivar de la misma y la realización de sesiones periódicas de análisis que
ayuden a contrastar los pasos que se van realizando (Santos Guerra 1990).
Es nuestra intención entonces, llevar a cabo una evaluación interna conceptualizada
como “investigación-acción”. La idea que subyace consiste en que, de ésta
forma, la implementación del cambio se convierte en una parte integrante el
proceso, en lugar de transformarse en una propuesta superadora para otra ocasión.
Lo más característico de éste enfoque es la preocupación por promover el perfeccionamiento
de la práctica docente y el de la comprensión de los hechos simultáneamente,
dentro de un marco ético aceptable. Según este modelo, las decisiones que
pueden modificar la planificación del curso no sólo estarán soportadas por
la consideración de los objetivos y las posibles limitaciones externas, sino
por la información relativa en la interacción de los alumnos con el ambiente
que los docentes intentarán crear. La información procederá directamente de
los alumnos mediante encuestas, observaciones, y entrevistas y de la supervisión
constante de cuestiones previstas e imprevistas. Además, la implementación
de la acción se analizará con todo cuidado para modificar su curso si surge
la necesidad de hacerlo. Este concepto de espirales de reflexión y acción,
ha cobrado gran importancia para algunos expertos en educación (Santos Guerra
1990; Elliot 1990; Mc. Cormick y col. 1996).
A la hora de poner en marcha la evaluación será necesario que contemos con
una clara propuesta de los objetivos de la misma, los instrumentos a
emplear para lograrlos y el método de análisis de la información obtenida.
Desde una perspectiva lógico-cuantitativa /transaccional nuestro proyecto
de evaluación contempla estos puntos, cuyo desarrollo mostramos en forma muy
sintética en la Figura 3.
Nos detendremos ahora en la metodología elegida en este proyecto de evaluación,
centrando nuestra atención en dos ejes relativos a la misma:
Relevamiento de la información: instrumentos y estrategias
a) Encuesta diagnóstica o inicial:
Consideramos que esta encuesta, que será individual, anónima y de opciones
múltiples, nos permitirá recibir información general sobre ciertas cuestiones
o emergentes, a través de procesos de carácter cualitativo. Posteriormente
podrán ser reanalizados y profundizados de acuerdo a lo que surgiere.
b) Encuesta final:
De iguales características procedimentales que la inicial, pero donde se enfocarán
las opiniones sobre temas como: cantidad y calidad de los contenidos seleccionados,
diseño de actividades, bibliografía seleccionada, desempeño docente, aportes
a la práctica profesional del alumno, distribución de los tiempos. La información
y demandas obtenidas resultarán útiles para la toma de futuras decisiones.
c) Observaciones de clases:
Estas serán de tipo:
- libres y narrativas, donde se observarán todas las variantes que surjan, sin delimitar ni condicionar la dirección de la mirada;
- guiadas, en las que se prestará atención sólo a aquellas variables que se consideren relevantes para la evaluación, pero sin plantilla de observación que pueda cerrar la posibilidad de atender a lo novedoso; y
- secuenciadas, en las que se dividirá la clase en distintos momentos según su desarrollo.
d) Entrevistas no estandarizadas:
Podrán ser tomadas en distintos momentos del transcurso del proyecto y, de ser necesario serán efectuadas sobre el mismo caso por distintos evaluadores, grupales o individuales.
Análisis de la información: un enfoque cuali-cuantitativo
Se cuantificarán las respuestas a las preguntas formuladas en las encuestas, a fin de obtener datos estadísticos (porcentajes, promedios), con los que se elaborarán gráficos de barra y torta que resulten visualmente claros y de fácil interpretación.
Paralelamente se analizarán en forma cualitativa:
- los resultados provenientes tanto de las observaciones como de las entrevistas, atendiendo especialmente a cuestiones tendientes a la evaluación del proceso en su totalidad.
- los datos recogidos e inferencias realizadas, triangulándolos y analizándolos a través de modelos con el fin de lograr, junto con los demás actores, por contrastación de opiniones, la comprensión real de lo que sucede.
Los resultados obtenidos de dicha evaluación darán el marco para posibles cambios de planificación atendiendo a los tiempos, heterogeneidad, intereses, demandas, conocimientos previos y demás factores que devengan del grupo, sus interacciones en el aula, los distintos profesores afectados del plantel docente y la efectividad y motivación logradas con las distintas propuestas en acción.